Margarito Yanez Salas

Margarito Yánez Salas, amado hijo, esposo, padre, compadre, cuñado, tío e amigo, conocido cariñosamente como “Pancho” por sus nietos, partió al cielo el 05 de Febrero del 2025. Nació el 10 de Junio de 1968 en Cárdenas, San Luis Potosí Mexico. Siguiendo su sueño americano en 1983 a los 13 años en Houston, Texas, luego se mudó a Terrell Texas, conociendo al amor de su vida, María Lucía Pérez, con quien compartió 32 años de matrimonio y juntos formaron una hermosa familia.

Le sobreviven por su amada esposa, María Lucía Yáñez, y sus cuatro hijos: Mayra Yáñez (31 años), Guadalupe Yáñez (28 años) junto a su esposa Daisy Yáñez, Maribel Yáñez (27 años) y Luis Yáñez (23 años) junto a su esposa Mónica Rodríguez. Sus 7 nietos: Karolina García (14 años), Angel Pacheco (14 años) Geovanni García (11 años), Nicolás Yáñez (6 años), Alicia Yáñez (4 años), Huriel Yáñez (3 años) y Kataleya Yáñez (6 meses). Su madre, Caridad Salas Yáñez, le precedió en fallecimiento su padre, Desiderio Yáñez Robledo. Además, deja en el recuerdo a sus hermanos y cuñados. Justino Yáñez su esposa Valentina, Alberto Yáñez su esposa Maria, Cleto Yáñez y su esposa Rebeca, Norberto Yáñez y su esposa Maria de Jesús, Juan Yáñez y su esposa Magdalena, Camilo Yáñez y su esposa Diana, Apolinar Yáñez y Salustria Yáñez, Elsa Bravo y su esposo Joaquin Bravo, Cristina Bravo y su esposo Ivan Bravo. Y también acompañado por muchos sobrinos.

Margarito fue un hombre trabajador y dedicado, desempeñándose como carpintero durante 30 años en T.C. Millwork. Quienes lo conocieron saben que podía construir cualquier cosa con gran habilidad y pasión por su oficio. Uno de sus mayores orgullos fue haber construido su propio hogar para su familia y aún más, haberle ayudado a su hijo menor Luis, a construir su casa suya. 

Conocer a Margarito era saber que siempre tenía un nuevo proyecto en mente para su hogar. Si su esposa, María, soñaba con una nueva ampliación, él la hacía realidad con amor, sabiendo que pronto vendría otra idea más. Siempre se aseguró de la felicidad de su esposa. Su amor era tan profundo que, si uno de los dos no estaba presente en la hora de la comida, el otro prefería esperar. Su unión era un verdadero ejemplo de amor incondicional.

Si lo conociste, sabrás que siempre te recibía con los brazos abiertos, siempre dispuesto a ayudar en todo lo que hacía. Dedicaba su tiempo con gran entrega y destreza, poniendo todo su esfuerzo y habilidad en lo que hacía.

Margarito será enormemente extrañado por todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo. Fue un pilar de fortaleza y una fuente constante de inspiración para sus seres queridos. Su recuerdo perdurará eternamente en nuestros corazones.

Dios siempre por delante.